lunes, 7 de diciembre de 2020

The yellow train


Apoyada en un torno de acceso a la estación, me esperaba atenta a mis despistados movimientos, con aquella inteligencia suya a 1.000 por hora, observando mis pasos provincianos entre aquella multitud cosmopolita. 

Levanté los ojos y nos encontramos; conectamos de nuevo, inmersos en nuestro universo paralelo, ese del que sólo ella y yo somos conocedores. Donde estar vivo es mucho más que respirar. Es sentirse amado y deseado de una manera tal, que el tiempo se detiene a observarnos. Un universo donde el infinito está ahí delante, asible, definido, moldeable. El sol, alto pero extrañamente anaranjado, sonríe cómplice mientras nos mezclamos en ese abrazo tan deseado. Nos alejamos juntos entre el gentío, hacia el lugar donde nadie ya puede separarnos, siempre recordando el camino recorrido,  junto a nuestro querido y viejo tren amarillo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

La Duna

Sobre la arena, camino despacio, atento al espejismo que se me aparece a lo lejos.
El viento, cargado de polvo, me lacera la cara. Apareces y desapareces entre el lagrimeo de mis ojos y el aire caliente que refleja un oasis lejano. Te fuiste hacia allí, las huellas van desapareciendo pero aún se intuyen.
Un pañuelo, unas botas. Tus huellas se espacian. Corres descalza. Has debido encontrar el charco que vimos desde el avión. Subo con dificultad, mis botas se hunden en la arena. El sol se levanta tras la inmensa duna. Llego a la cima y te veo allá abajo. Nadas desnuda, inmersa en un río infinito que viaja hacia el Este y sube como una cascada hacia el cielo de una forma imposible. -¡Es la hora! ¡Ven! ¡Nos vamos!-, me dices feliz mientras te entregas a la corriente y el cielo nos llama.


viernes, 19 de agosto de 2016

Duermes

Duermes. Aún a esta hora con el sol ya alto, tu respiración es profunda y sosegada. Las gaviotas hace rato que ríen en el tejado mientras, el mar tranquilo, se acerca a la playa con su rumor interminable. Me levanto. La vieja madera de la casa cruje bajo mis pies. Noto el aroma a cáñamo, a muebles saturados de aire marino de tantos años. Veo tu pelo moverse con la brisa que entra por la ventana. Anoche te tapaste con la cubierta y te arrimaste a mí porque tenías frío. La Luna iluminaba la estancia y no podía dejar de observarte. Ahora es el sol quien te acaricia y protestas con gestos y ronroneos. Me buscas con la mano, pero hueles el café y sonríes sin abrir los ojos.
Groucho se acerca alegre moviendo la cola al escucharte. Le acaricias el hocico mientras te ríes traviesa de lo tarde que es ya.
Es verano. Qué más da.


domingo, 17 de abril de 2016

Piedras

Piedras

Como una mochila cargada de piedras,
Mis recuerdos pesan y me recuerdan,
Cuando era niño y mi sombra corría tras de mí
Intentando superarme sin conseguirlo nunca
Sólo a la tarde, cuando el sol caía,
Me sobrepasaba veloz,
Esperándome en la esquina.
Los años pasan y mi energía se dispersa
Como un alma volviendo a la tierra
Oigo el mar en mi cabeza, ecos que resuenan
De épocas pasadas, de risas echadas,
De días y noches mágicas,
De amistades olvidadas.
Quieros y puedos, alegrías, tristezas, todo
Me forma y me hace ser quien soy,
A veces un yo que es otro, otras un tú que quisiera
Ser yo, todo se confunde y nadie es quien parece.
Búsqueda constante, aspiraciones caducas,
Esperanzas viajeras, que cambian con el viento de las estaciones, que se marchan con aire distante,
Tan como si no fueran tuyas que ni miran atrás.
Quererte feliz sin darme cuenta que casi lo soy, ¿qué más tengo derecho a pedir, cuando otros contra una alambrada, mueren por vivir?